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Arte de fondo

Una vez asistí a una fiesta bastante divertida en la casa de un coleccionista ... Ianko Lopez reflexiona en el Bloc de Notas.

The Carters-Apeshit (Official video).

Una vez asistí a una fiesta bastante divertida en la casa de un coleccionista de arte contemporáneo. Como los camareros habían recibido instrucciones de que allí nunca hubiera una copa vacía, y los corazones andaban encendidos, llegado cierto punto todo el mundo se apoyaba sin remilgos sobre cuadros de formalismo zombi e instalaciones neo-povera. Solo puedo decir que deseé muy intensamente que los patrocinadores del evento hubieran previsto una partida presupuestaria bien rumbosa destinada a la empresa de restauración artística.

Pensé en esa fiesta hace poco, cuanto obtuvo su cuarto de hora de fama un videoclip musical en el que varías de las pinturas más conocidas del Museo del Prado servían como escenario para unas coreografías no demasiado novedosas. Con su habitual espíritu corrosivo, un compañero crítico de arte, Joaquín Jesús Sánchez, publicó entonces un tuit con el que estuve de acuerdo. Venía a decir que esto de la pintura de fondo no deja de ser una derivación de la vieja música de fondo: una melodía que no requiere la menor atención y cuya existencia se justifica únicamente porque evita el silencio, alternativa que suele considerarse peor. En la propia web del museo se explica que sus salas “arropan las estrofas” del músico en cuestión, y cabe pensar que aquí no haya intención irónica alguna. 

Pienso también en aquella fiesta –pienso mucho en las fiestas en general- cuando escucho a personas que se llaman a sí mismas divulgadores de arte hablando de su labor en las redes sociales o del último libro con más ilustraciones que texto que nadie les ha pedido pero que de todos modos acaban de publicar. Más arte de fondo, es lo que entonces pienso.

Y vuelvo a pensar en ella cuando trato de convencer a alguno de los medios en los que publico para que me dejen escribir un artículo sobre cierta exposición solo porque es buena y por tanto merecedora de atención, aunque no incorpore ningún concepto excéntrico o escandaloso ni sea de un artista de los que el mercado valora en una cantidad prominente de millones de euros. Lo que en estos casos pienso es que, para la prensa, demasiado a menudo el escándalo, la excentricidad o el mercado son el tema principal, y el arte un elemento secundario que aporta la mínima apariencia de legitimidad para no caer por el precipicio del sensacionalismo flagrante, que estaría muy feo.

Residente en el Museo Nacional del Prado./Museo del Prado

Supongo que quien decidió que era buena idea grabar un videoclip en las salas del Prado y después lo publicitó como un logro de comunicación creía de buena fe que aquel era un modo de atraer nuevos públicos a su institución. Pero esta es una creencia con la que me permito ser escéptico, porque me cuesta imaginar qué clase de “nuevo público” empezará a interesarse por el patrimonio artístico solo porque durante medio minuto ha visto un Velázquez o un Rubens detrás de un rapero.

Como tiendo a desconfiar de la capacidad proselitista de quienes se dedican a pescar anécdotas sobre artistas en la Wikipedia para después volcarlas en unas antologías editoriales con destino a su cadena masiva de librerías de confianza. No creo que nada de esto genere conocimiento, ni una estima social duradera por el arte y los artistas, que es a lo que aspira todo aquel que personalmente comparta ese aprecio.

Son las políticas culturales y educativas las que sirven para esto; solo que diseñarlas e implantarlas es, para nuestros políticos y dirigentes, una tarea mucho más compleja, y quizá menos popular en el corto plazo, que retuitear un videoclip grabado entre obras maestras del Barroco.

Mientras tanto, el arte de fondo solo sirve para legitimar a quien lo utiliza, porque es bien sabido que los silencios son incómodos. Revelan demasiadas cosas: en especial las carencias de los interesados.

⚡⚡⚡ EL BLOC DE NOTAS lo protagoniza en este número Ianko López, periodista y crítico de arte El País o Vanity Fair, entre otros medios. ⚡⚡⚡